Elisabeth
y el mar.
Erase
una vez una joven de 16 años llamada Elisabeth. Estaba encerrada en su rica
casa y no le dejaban salir de ella.
Todos los días imaginaba como
escapar y se inventaba múltiples estrategias para conseguirlo.
Ella amaba la mar y su padre era
un gran capitán que había sobrevivido a más de un naufragio.
Un día en el que Eli miraba con
nostalgia el mar desde su ventana, de repente llegó su padre. Éste saludó a su
hija con un gesto de la mano y la elogió de lo muy guapa que estaba. Cada vez
que su padre venía, le contaba que había estado en diferentes lugares con su
tripulación. “Esta vez” le dijo, “hemos estado en un lugar gélido y
tormentoso.” Y le dio un artilugio.
-¿Qué es esto, padre?- preguntó
Eli un tanto confusa.
-Una brújula- contestó él.
-¿Y para qué la usaré, si son tan
exigentes que no me dejan ni tan siquiera salir de casa?- dijo entristecida.
-Esta vez será diferente- repuso
su padre mirándola a los ojos- Esta vez, si tienes el coraje suficiente,
podrías venir conmigo.
Eli no se lo creía. Temblaba de
la emoción.
-¿¡En serio!?- exclamó abriendo
mucho los ojos.
-Sí- le contestó su padre
guiñándole un ojo.
Eli se abrazó a su padre dándole
mil veces las gracias.
Al día siguiente partieron hacia
un nuevo lugar que descubrir.
MARIA MENDOZA, 2º D
Y aquí van algunos de los finales creados para la leyenda de Becquer "El monte de las ánimas". Creo que tenemosMARIA MENDOZA, 2º D
LA NIÑA Y SU PASIÓN POR LAS
FOTOS:
Había una vez una niña
llamada Mafalda. Un día estaba esperando a que llegaran las cinco de la tarde,
para ir a jugar al parque, pero como acababa de llegar del colegio decidió
sentarse en el sillón.
Estuvo pensando en
que de mayor quería ser fotógrafa así que decidió que al llegar al parque en
vez de ponerse a jugar, se pondría a sacar fotos.
Cuando llegó cantando al parque se encontró asustado, que
todo el parque estaba destrozado debido al mal tiempo. Pero no perdió el
entusiasmo y se puso a sacar fotos a todo.
Tras un largo tiempo empezó a anochecer y se tuvo que ir
tristemente a casa de vuelta. Cuando llego echó a correr a donde sus padres y
les enseñó cantando sus espectaculares fotografías . Su madre se puso a llorar
emocionada y finalmente le dio un beso y se fue agarrada de su peluche a la
cama.
Ainara Alkain 2ºD
EL MONTE DE LAS
ÁNIMAS
III
Volvió
a reinar el silencio. Solo el susurrar del viento se oía filtrándose por la
roca porosa. Beatriz siguió mirando a las infinitas figuras del fuego, mientras
Alonso pensaba dubitativo mirando en dirección a la montaña.
Al
final, decidió aventurarse e intentar salvar ese regalo de las manos de las
ánimas. Pero antes, pidió a su padre La Gran Espada, aquella espada que fue
pasada generación tras generación en ocasiones difíciles hasta llegar así a las
manos de su progenitor. Éste vaciló por un instante, pero, al final, concedió
el arma a su hijo.
Casi
a medianoche, Alonso, equipado con aquella prodigiosa espada, se despidió de la
doncella:
-Espero
volver; pero por si no lo hago, quiero que tengas presente mi amor hacia ti -.
Y acto seguido la besó. Más tarde, montando en su corcel, inició el galope
hacia la infernal montaña.
Al
llegar al pie del altozano, se paró y atisbó el horizonte como si aun pudiera
ver el rostro de la bella dama. Finalmente, tras suspirar, se adentró en el
siniestro bosque. Acababan de sonar las campanas de medianoche. (...)
(CONTINUARÁ)
IÑIGO ALMAZÁN
María Mendoza e iker rubio
El monte de las
Ánimas
Alonso se puso nervioso ante la idea de
tener que ir al monte de las Ánimas.
-Beatriz, vayamos al monte de las Ánimas a
buscar tu prenda perdida- dijo mirándola con una sonrisa esforzada.
-De acuerdo- respondió la joven.
Montaron en sus corceles y tomaron rumbo al
monte de las Ánimas.
Alonso sentía una sensación parecida al
miedo.
No sabía describirla.
Al cabo de un rato, consiguieron llegar sin
problemas a la cima del monte. Mas Alonso advirtió que la niebla cada vez era
más espesa.
-Quédate aquí mientras busco tu prenda-
propuso Alonso.
-Está bien. No tardes- respondió girando la
cabeza como si no le importara.
Alonso bajó de su caballo y comenzó su
búsqueda. Al principio, y a medida que avanzaba, le pareció escuchar murmullos.
Los intentó ignorar.
Por otro lado, se dio cuenta de que aunque
dejara marcados los sitios por donde había pasado, siempre acababa en el mismo
lugar.
Miró a un lado y a otro. El murmullo. Giró
la cabeza rápidamente. Vio una escurridiza sombra.
Y ese sentimiento que llevaba
persiguiéndole durante un rato aumentó. Miedo. Ahora si estaba asustado.
Empezó a correr hacia cualquier dirección.
Aquellas sombras que veía se hacían cada vez más nítidas. Alonso pudo
comprobar, con horror, que lo que creía alucinaciones, eran cuerpos de
personas. Malolientes y putrefactos cuerpos que le perseguían.
Intentó correr aún más, pero, aterrado, se
dio cuenta de que sus pies se hundían en el barro. Alonso intentó mantener la
calma, pero al ver que sus esfuerzos eran en vano, perdió los estribos.
El barro le llegaba a la altura de la
cintura, y los mugrientos cuerpos que alguna vez tuvieron vida se fueron
cerniendo sobre él. Alonso se removía inquieto. El barro le tapaba hasta el
cuello.
-¡Beatriz!- pudo lograr exclamar antes de
que el barro lo ahora por completo.
Su grito resonó por todo el valle, mas
nadie lo escuchó, ni nadie más supo nada sobre aquella noche.
María Mendoza e iker rubio
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